Monarca de la Noche Eterna - Volume 1 - MEN Volumen 2: Capítulo 1
Volumen 2: Capítulo 1 – Pequeña Ciudad Faro
Aunque habían pasado mil doscientos años desde el final de la Guerra del Amanecer, los rencores aumentaban constantemente, cada minuto, cada segundo, por todas partes.
Durante los últimos mil doscientos años, las razas oscuras y los seres humanos nunca habían dejado de luchar, y el sangriento conflicto siempre estaba en su apogeo en cada pulgada de espacios impugnados.
Aunque el Dominio de la Noche Eterna ya era una tierra abandonada por el Imperio, como las razas oscuras regresaron, este continente se convirtió en un lugar lleno de campos de batalla por todas partes. Además, la situación era increíblemente compleja.
Los seres humanos y las razas oscuras estaban comprometidos en una lucha hasta la muerte. Además de eso, aun había conflictos internos que surgieron dentro de las filas de ambas partes. Además, tal vez porque la órbita de esta tierra abandonada estaba lejos del sol, incluso aterradoras monstruosidades extraterritoriales aparecían ocasionalmente.
Era como si el único significado de la existencia de la vida aquí fuera la lucha y la guerra.
El fuego de la batalla lo envolvió todo, y en el color gris del Continente de la Noche Eterna, lo menos valioso era la vida misma.
En este momento, en una llanura desolada, un escuadrón alrededor de siete a ocho estaba alineados en una fila caminando rápidamente. Sus ropas eran increíblemente desordenadas y sucias, enteramente hechas de tela de chatarra y de cuero cosidos al azar. Algunos de ellos incluso tenían incrustados varias placas de metal manchadas de óxidos sobre sus órganos vitales, considerándolo como una armadura.
Todos llevaban grandes mochilas. Estas eran las personas más comúnmente vistas en el Continente de la Noche Eterna: Carroñeros. Ellos usaban sus vidas como juegos, desafiando las llanuras desoladas y las profundidades de las ruinas, en busca de cosas que podrían valer algo. Sus mochilas tenían todo lo que poseían.
Frente a aquel pequeño grupo había surgido una difusa silueta de una pequeña ciudad, y todos subconscientemente aumentaron el paso.
La estructura más llamativa de la ciudad era un solo faro. Era una estructura casi hecha de placas de metal soldadas, con varias tuberías voluminosas subiendo por sus paredes externas.
Desde lejos era fácil ver el fuego ardiente en la parte superior del faro. Por lo tanto este lugar fue nombrado Ciudad Faro. En este momento, el faro de repente soltó un enorme vapor, como enormes engranajes expuestos por las zonas dañadas de la cascara comenzaran a girar vigorosamente, poco a poco se enroscaron, luego golpearon la antigua campana de bronce, reverberando un sonido prolongado y rico de la campana.
¡DONG! ¡DONG! ¡DONG!
El sonido de la campana viajó lejos, y esos carroñeros aceleraron aún más su paso.
Uno de los fornidos hombres alzó la vista hacia el cielo y dijo, “Son sólo las tres y el cielo está a punto de volverse totalmente oscuro, ¡Esto es demasiado!”
Sin embargo, el anciano que caminaba al frente del grupo respondió algo indiferente, “¿No son todas las estaciones oscuras como esta?”
El fornido hombre volvió a mirar el cielo. Varias sombras enormes bloqueaban la luz del sol, haciendo que el entorno fuera tan oscuro como el anochecer cuando sólo eran las tres de la tarde.
Escupió con fuerza, y dijo medio celoso e envidioso, “Si pudiera vivir allí por unos días, incluso morir diez años antes estaría bien para mí.”
“¡Deja de soñar, Viejo Seis Dientes! Ese es un lugar al que sólo pueden ir peces gordos, no cuentes con eso durante esta vida tuya. ¡Basta con recoger la basura como debes aquí!” Dijo otro carroñero.
Antes de que el temperamento del Viejo Seis Dientes entrara en erupción, otra válvula también se abrió desde el otro lado del lejano faro, lanzando una tremenda cantidad de vapor. En un instante, la totalidad de la sección media del faro y encima estaba completamente envuelta por la niebla blanca. La llama en la parte de arriba se volvió turbia, y un silbido de vapor agudo y prolongado repentinamente sonó, pinchando los corazones de la gente y haciéndolo palpitar.
“¿Están cerrando las puertas tan pronto?”
“¿A que está jugando ese calvo?”
Los carroñeros entraron en pánico de inmediato. Acelerando aún más el paso, se precipitaron hacia la ciudad. Afortunadamente, fueron lo suficientemente rápidos y se precipitaron a través de las puertas a tiempo.
Los ventiladores de salida a ambos lados de las torres de la ciudad estaban echando humo negro, los enormes engranajes y los cabrestantes comenzaron a girar con ruidos crujientes. Con eso, la gruesa puerta de hierro fundido bajó lentamente y, acompañada por un ruido de tierra, se estrelló contra la ranura de acero, sellando firmemente la pequeña ciudad.
Los carroñeros estaban muy cansados de correr, y uno de ellos se paró en la calle, lanzando grandes jadeos mientras sostenía sus rodillas con ambas manos. Inmediatamente después, levantó la cabeza y gritó hacia la torre de la puerta, “¿Por qué cierras las puertas tan temprano? ¡Casi nos quedamos afuera!”
De la torre, una cabeza gorda, brillante y calva con rasgos feroz apareció.
Señaló hacia el cielo y gritó sin ningún indicio de cortesía. “Hace tiempo que les he dicho que el exterior ha sido increíblemente inseguro recientemente. ¡Mira el color de la luna allá arriba! Si ustedes quieren tirar sus vidas por el bien de unos pocos cobres, ¡Entonces morir les viene bien!”
En el cielo había una enorme luna redonda, y los bordes de la luna ya eran de un color rojo oscuro como la sangre. En un par de días más, se convertiría en una luna llena de color sangre.
En las noches de Luna Carmesí, todos los seres vivos de la tierra baldía se volverían inquietos e increíblemente agresivos. La leyenda dice que cada vez que la luna se volviera roja, habría un desastre en algún lugar, y sólo después de que se haya derramado suficiente sangre, los dioses del desastre se irían satisfechos.
Los carroñeros estaban maldiciendo, pero estos perros enojados de la tierra baldía realmente no se atrevían a hacer nada al calvo en la torre. Era el único guardia de la ciudad, y además, como un Luchador de rango uno, golpear a un equipo de perros locos como ellos era tan fácil como levantar una mano. Así, los carroñeros sólo podían quejarse mientras caminaban lentamente hacia el interior de la pequeña ciudad.
Había un bar en la ciudad, el cual era también el único bar en la ciudad, y había incluso unas pocas habitaciones detrás. Era donde los carroñeros se dirigían, y era también el único pequeño pedazo de cielo que podía traerles felicidad y mujeres.
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