El Protagonista Oculta Su Fuerza - Volume 3 - MCHS - Capítulo 256

“Entonces, ¿vas a continuar?”

Deheter utilizo desesperadamente sus pilares de hierro al azar por todo el pueblo en una busqueda ciega de sacrificios. Varios aldeanos atrapados en su ataque indiscriminado recuperaron un poco de sus llamas. Después, Deheter sacó un pergamino.

Era un regalo de Pikton para derribar a Sungchul, un pergamino que contenía magia antiaérea.

[Úsalo para acabar con ese humano.]

Deheter, que ahora tenía acceso a luchar contra objetivos aéreos, tenía ante sí una opción muy obvia.

Bloquear un ataque más y luego tomar represalias.

Debe estar quedandose sin mana. Bebiendo un poco de pociones no debería ser capaz de recuperar suficiente mana para permitir otra andanada de ataques como la última’.

La luz roja de sus ojos brilló una vez más.

Pero como si hubiera leído los pensamientos de Deheter, hizo un leve movimiento para abrir las solapas de su abrigo y mostrar a Deheter lo que se ocultaba bajo ellas.

Bajo el brillante broche de diamantes había ocho brillantes Gemas del Alma.

Multihechizo.

La lista de hechizos preparados era la siguiente.

1ª Gema del Alma Volar

2ª Gema del Alma Luz de las Estrellas

3ª Gema del Alma Luz Estelar

4ª Gema del Alma Luz Estelar

5ª Gema del Alma Luz Estelar

6ª Gema del Alma Luz Estelar

7ª Gema del Alma Luz de las Estrellas

8ª Gema del Alma Luz Estelar

Deheter, que no sabía lo que esto significaba, sólo pudo inclinar la cabeza.

Al momento siguiente, luces primordiales se manifestaron de nuevo desde la punta del bastón de Ryze Hymerr.

No una ni dos, sino siete a la vez.

‘¿No ataques consecutivos, sino todos a la vez? ¡¿Cómo puede…?!

Era consciente de que los mayores logros de Sungchul se basaban en el combate cuerpo a cuerpo aprovechando su destreza física. Y Sungchul ciertamente había matado a innumerables enemigos aplastándolos hasta la muerte con Fal Garaz.

No había un significado más profundo detrás de esto, era porque era la forma más simple y familiar de lidiar con sus problemas.

Pero si se necesitaban métodos alternativos, Sungchul no se privó de usar el arma secreta que había estado practicando: su magia.

Siete pilares de luz convergieron sobre Deheter en un coro de muerte y lo envolvieron completamente en la luz.

Una vez que la luz primordial se desvaneció, lo único que quedó fueron signos de destrucción, y un bulto ennegrecido de pie en el centro.

“O…Oksana…”

El cuerpo del Rey de los Nimpas, Deheter, empezaba a desintegrarse.

Su cuerpo se desprendió como ceniza y fue llevado hacia la aldea por el viento.

Oksana, que se había escondido detrás de la fuente, se tapaba la boca mientras contemplaba entre lágrimas los últimos momentos de su marido.

“…”

Sungchul dejó su bastón y volvió al suelo.

La última voz del caído fue llevada por el viento y susurró a sus oídos.

[Te amé…]

La voz de Deheter.

[Desde el primer momento en que puse mis ojos en ti hace quince años…]

El rey se redujo a cenizas y desapareció.

“…”

Sungchul mantuvo la boca cerrada mientras caminaba hacia la fuente.

Caminó por el sendero recto creado por Starlight mientras pensaba para sí mismo.

“Así que, al final, ¿todo esto fue por amor?

No lo había visto venir. El hecho de que lo único que movía el corazón de Deheter era su sentimiento hacia su reina.

Pero incluso si lo hubiera sabido, el resultado no habría sido muy diferente.

Sungchul puso fin a sus pensamientos mientras se paraba frente a la temblorosa reina Oksana.

“Entiendes lo que tienes que decir, ¿verdad?”

Oksana no era capaz de hablar.

Sería más correcto decir que se negaba a hablar.

Una mujer obstinada hasta el final.

A pesar de las cosas terribles que presenció, la amenaza a su vida y la muerte de su marido, Oksana no se perdió y se ocultó bajo el velo del terror mientras observaba a Sungchul para saber qué hacer.

Habiendo preparado todas las excusas, estaba lista para desencadenarse cuando llegara el momento.

Sungchul consideró por un momento la posibilidad de matarla, pero pronto se le pasó.

Las dispersas palabras finales de Deheter le detuvieron.

Pensó para sí: ¿qué diferencia habría si matara a esta mujer?

Sungchul guardó el Fal Garaz y suspiró mientras miraba hacia el horizonte en la distancia. Habló despacio tras confirmar que el dirigible rojo Sylphid surcaba el cielo.

“Él me había dicho esto”.

La temblorosa Oksana miró a Sungchul.

“Que te había amado desde que te vio por primera vez hace quince años”.

“…¿Qué?”

Oksana ladeó la cabeza.

“¿Qué quieres decir? Ni siquiera sabía quién era entonces…”.