El Protagonista Oculta Su Fuerza - Volume 2 - MCHS - Capítulo 111
Capítulo 111 – De camino al Palacio de los Demonios (2)
–D-Detente.
Espadachines del Imperio vestidos con llamativos uniformes corrían a atacar a Sungchul con sus brillantes espadas en mano. Sin embargo, fueron a terminar sobre la cubierta cuando Cassandra partió el aire; golpeados como una mosca golpeada por un matamoscas. Sungchul avanzo por el puente del buque insignia Andragoras sin interferencias.
Dimitri buscó rutas de escape, pero era más difícil escapar de Sungchul que quitarse la vida.
–Hola, Comandante.
Sungchul estaba ante él como si fuera su destino. Sungchul no parecía ni feliz ni molesto, sino que inspeccionaba a Dimitri con sus ojos indiferentes.
– ¿Te diste la mano con el Rey Demonio?
Preguntó Sungchul sin vacilar. Su pregunta era extremadamente simple, pero su simplicidad era la razón por la que iba al grano.
Los ojos de Dimitri temblaban sin cesar. Finalmente organizó sus caóticos pensamientos y empezó a hablar.
–Si… estás hablando de a-alianzas, eso no es verdad. Nosotros sólo… por necesidad inmediata…
Mientras seguía tropezando con su explicación, sintió algo duro y frío tocar su cuello. Era Fal Garaz. La cabeza de martillo de Fal Garaz había sido llevada a su cuello.
–Brevemente.
Las intenciones de Sungchul eran claras. Era una amenaza contra su vida si seguía diciendo tonterías. Sofisma: pena capital. Discursos largos y sinuosos: pena capital. Juegos de palabras retorcidas: pena capital. Justo cuando Dimitri estaba preparado para trabajar con su lengua de plata, se había convertido en una rata atrapada en un rincón.
–Ll-Llegamos a un acuerdo.
Dimitri tragó profundamente antes de ceder y dio la información.
– ¿Qué clase de acuerdo?
–P-Para evitar que llegues al Rey Demonio…
–Ya veo.
Sungchul, que había oído todo lo que quería oír, bajó a Fal Garaz y se volvió. No tenía ninguna queja en particular con Dimitri. El hombre que había visto en la Ciudad Dorada era arrogante y estaba lleno de sí mismo, pero en realidad, Dimitri era un perro de caza leal para esos de la élite. No era ni más ni menos que eso.
– ¿Qué vas a hacer ahora?
Pregunto Beterlgia.
–Sólo seguiré por el camino por el que iba antes.
Caminó hacia la popa de la nave. Dmitri, que acababa de regresar del borde de la muerte, se frotaba el cuello mientras miraba la espalda de Sungchul con una expresión de estupor. Sungchul miró hacia atrás cuando llegó a la cabeza del barco y dijo claramente.
–Te mataré de verdad si me sigues.
Dmitri retrocedió mientras asentía. Fue en ese momento cuando la misión de las cinco flotas del Imperio Humano que habían sido desplegadas en el Reino de los Demonios con el propósito de detener a Sungchul terminó en fracaso.
–
Ahora, el único humano que quedaba en el Reino de los Demonios era Sungchul. Una colorida luz de orígenes desconocidos iluminaba los cielos oscuros más allá del interminable páramo con aspecto misterioso, y más allá de los cielos distantes, de vez en cuando se podían escuchar espontáneamente algunos gritos solitarios. Un hedor a sulfuro se aferraba a la punta de su nariz. Ese hedor sulfúrico que se desvanecía indicaba que habían entrado en el Reino de los Demonios.
Significaba que todas las emboscadas unilaterales que había experimentado, y todos esos encuentros que sentían accidentes ahora se volverían más organizados. Sin embargo, los objetos divinos que tenía en sus manos trabajaban para repeler la emboscada del Ejército del Diablo. El Lord Diablo que lideraba un ejército vio a Fal Garaz en la mano de Sungchul y se volvió hacia su castillo como si su culo estuviera ardiendo, encerrándose en él.
Sungchul, que estaba bien versado en psicología demoniaca, sabía perfectamente que la razón de su abrupta huida se debía en parte a su miedo a él, pero también era para evitar tomar demasiadas pérdidas y dar ventaja a los ejércitos de demonios rivales. Los demonios eran criaturas de interés propio. Si virtudes como la compasión y la simpatía, el respeto y la confianza hacia los demás fueran purgadas de la mente humana, esto dejaría algo no muy diferente de la de un demonio.
Nubes de tormenta y azufre. Los cielos del Reino de los Demonios envueltos en la niebla no tenían noche y día separados. Sungchul caminaba a un paso que no era ni demasiado rápido ni demasiado lento hacia el Palacio del Rey Demonio. La razón de su razonable ritmo era prepararse para cualquier posible emboscada. Incluso los gusanos se retuercen cuando son pisados, y una rata atrapada en una esquina está obligada a morder al gato.
Sungchul descubrió algo mientras caminaba por el páramo. Había objetos parecidos al bambú que sobresalían de la tierra oscura. Había tanto de él que no habría sido una exageración llamarlo un campo.
Sin embargo, la hierba no crece en la superficie del Reino de los Demonios con la excepción de algunas rocas o cavernas subterráneas.
Sungchul sacó a Cassandra el Arma Demoníaca y golpeó poderosamente una parte del césped. Cuando el látigo hizo contacto, el aire mismo pareció tensarse por un momento antes de que estallara una brillante ráfaga de luz, seguida de una poderosa explosión. Esa sola explosión podría no haber afectado a Sungchul en lo más mínimo, pero no habría sido el caso si el número de explosiones hubiera crecido. El campo verde que parecía extenderse hasta el horizonte desapareció rápidamente junto a una cadena de explosiones. La oscura tierra se volvió brillante como el día, y el mundo mismo pareció temblar durante unos minutos.
–Uwah… No quedaría nada de mí si estuviera ahí de pie.
Bertelgia habló en shock.
“…”
Sungchul no habría muerto, pero Bertelgia podría haber quedado atrapada en la explosión. Él no dijo eso.
Cuando la explosión se detuvo, Sungchul comenzó a caminar por el cambiante paisaje lleno de cráteres.
– ¿Por qué tratas de enfrentarte a la Calamidad?
Bertelgia preguntó de repente en medio de su camino. Era un tema que no se había discutido antes porque su objetivo siempre había sido guiar a Sungchul por el camino de una creacionista, pero ahora que finalmente se acercaban a la eliminación del Rey Demonio, sintió curiosidad.
– ¿Quizás estás tratando de ser un héroe? ¿Intentando salvar el mundo como los Siete Héroes?
Debido a que Bertelgia incordiaba a Sungchul, Sungchul contestó con calma.
–No soy un héroe.
Bertelgia Intentó decir algo más, pero no pudo. Los ojos y la cara de Sungchul cambiaron tanto que ahora se respiraba una atmósfera peligrosa. No fue hasta pasado un buen rato que Sungchul dejó de estar tan tenso. Miró hacia la inmensa montaña de roca negra que se asomaba en la oscuridad. Al acercarse, la parte inferior que estaba oculta por el horizonte se reveló lentamente. La base de la montaña estaba tallada con la cara de un diablo con dos ojos y una boca vomitando fuego rojo. Era la única Maravilla tallada en el duro y monótono Reino de los Demonios. Pandemónium. El Rey Demonio residía aquí.
Sungchul continuo con la conversación anterior mientras se dirigía hacia el Palacio del Rey Demonio.
–Es para desenmarañar la Maldición de la Extinción.
– ¿Hm?
Inclinó la cabeza ante la repentina respuesta.
– ¿No preguntaste antes? sobre la razón por la que me enfrento a la Calamidad.
–Oh… ¿eso? No parecías feliz por ello… así que iba a dejarlo estar.
–Te lo digo para que lo tengas en cuenta.
Dijo antes de acelerar su ritmo. Aumento su paso poco a poco hasta que empezó a correr. El paisaje que le rodeaba cambiaba tan rápido como el viento. Sin embargo, el lejano palacio del Rey Demonio no parecía estar cada vez más cerca. Esto era por la enorme distancia entre él y el palacio.
La montaña en la que la cara en llamas fue tallada era simplemente inmensa. Aunque todas las montañas de una nación estuvieran apiladas una encima de la otra, aun así, no corresponderían a su tamaño, y las llamas que eran arrojadas intermitentemente llegaban a las nubes. Cada vez que sucedía, las nubes disparaban un rayo carmesí y rociaban una lluvia de agua hacia el suelo, pero las gigantescas llamas devoraban el agua antes incluso de que cayera al suelo.
Sungchul entró en esa tierra sedienta sobre la cual la lluvia nunca amainaba. Frente a él había una turba de incontables demonios. No eran los soldados oportunistas de los Lord Diablo, sino el ejército del Rey Demonio, Hesthnius Max.
““…”
Sungchul los miró con indiferencia. Quizás porque ya había matado a todos los que tenían una reputación a su nombre en la expedición anterior, no había nadie aquí que pareciese particularmente fuerte.
“Terminaré con esto tan pronto como sea posible”
Sungchul se hizo esta promesa a sí mismo mientras se adelantaba. Cuando ese pequeño pero significativo paso tocó el suelo, una formación mágica apareció sobre las fuerzas del Demonio. Sungchul rápidamente reconoció que la formación mágica extremadamente intrincada era de un hechizo de teletransportación a larga distancia. También sabía que esta no era una técnica mágica de los demonios, sino una de los humanos. Más allá de la formación mágica, había una aeronave elegante con un diseño blanco.
Los ojos de Sungchul temblaron.
“Ese es el Procrustes. ¿No es ese el buque insignia de Aquiroa?”
La Segunda Campeona del Continente Aquiroa La Ejecutora. La responsable de alejar a los doce campeones del frente de Pandemónium hace 8 años se atrevió a presentarse ante Sungchul. El rabillo de los ojos de Sungchul se ilumino debido a la profunda ira.
“Eres la única persona a la que quiero matar pase lo que pase”.
Sungchul recordó el rostro de una niña que se había dormido, que se había vuelto como un árbol. Su siempre suave y sonrojada piel se endureció como una corteza de madera, y la superficie estaba cubierta de hongos blancos como si estuviera cubierta de nieve.
–Descarada.
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