El Dios de las Pildoras Mas Fuerte - Volume 4 - SDG - Capítulo 327

Capítulo 327 ¡Reunión en el centro!

Las enredaderas del árbol antiguo se movieron repentinamente, ¡de manera inquietante!

Las ramas afiladas, como brazos humanos, se extendieron y se lanzaron hacia el lugar donde estaba Ye Xueyi.

—¡Dios mío!

Ye Xueyi no esperaba que el árbol también pudiera atacarla. Aterrada, no logró esquivar a tiempo.

—¡Hermano Zifeng, sálvame!

Antes de que sus palabras terminaran, una luz brilló en los ojos de Ye Zifeng mientras desenvainaba la daga del Rey del Viento…

Las enredaderas se movieron tan rápido que casi alcanzaron la frente de Ye Xueyi, a solo una pulgada de perforar su piel.

—¡Ah!

Ella gritó, pero un destello resplandeciente interceptó las ramas, que cayeron al suelo en pedazos.

Si la daga hubiera tardado un instante más, en el suelo yacería un cadáver.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente, conteniendo la respiración, aún conmocionada.

Mientras tanto, Ye Zifeng ya había dado un paso firme hacia adelante, colocándose frente a su hermana. En sus dedos ardía una llama carmesí, y sus fríos ojos observaban fijamente al árbol.

Al aparecer la llama, el árbol, que antes se agitaba, retrocedió y retrajo lentamente sus enredaderas.

Las criaturas de madera temen especialmente al fuego.

Tras unos momentos, todo se calmó, como si nada hubiera pasado.

La diferencia era que Ye Xueyi ahora entendía un poco más el Abismo de los Nueve Infiernos.

—Hermano Zifeng, no pensé… que los árboles pudieran atacar —dijo Ye Xueyi, tragando saliva, su corazón aún latiendo acelerado.

Ye Zifeng mantuvo las llamas en sus dedos un poco más hasta asegurarse de que el árbol no reaccionara, luego las retiró.

Con seriedad, advirtió:

—El Abismo de los Nueve Infiernos está impregnado de energía demoníaca. No solo las bestias son poderosas, sino que cada planta y animal puede tener conciencia. Esta vez fue un árbol; la próxima podrían ser pájaros o flores. Subestimarlos sería fatal.

—Entiendo… tendré cuidado —respondió ella, todavía nerviosa.

—¡No «luego», sino desde este mismo instante! —recalcó él—. Enfrentamos la vida o la muerte.

Ella asintió, conteniendo su aliento.

—Por cierto, hermano Zifeng, ¿dónde están los demás? ¿Por qué solo somos cinco?

Ye Zifeng miró alrededor y explicó:

—El Anciano Suo nos dijo que formáramos grupos antes de entrar al portal. Supongo que los cientos de participantes fueron transportados a diferentes zonas del abismo para cazar bestias.

—Pero si alguien se une a un grupo débil y sufre un ataque como el mío…

—¿Por qué se unirían a un grupo débil? Sería un suicidio. Si mueren, es su elección.

—Pero…

—La Secta Profunda siempre ha creído en la selección natural: supervivencia del más fuerte. ¿Qué importan unas cuantas muertes? Sectas como esta nunca carecen de talentos.

Ye Xueyi lo miró en silencio, sin saber cómo responder. El ambiente se volvió tenso.

—Tos… tos…

En ese momento, Liu Bingqian y Qing Xuan despertaron, mirando confundidas su entorno antes de levantarse.

—Hermano tosco… ¿Dónde estamos? —preguntó Liu Bingqian, masajeando su sien.

Ye Zifeng sonrió:

—Mientras dormíais, usé mi talento espiritual para explorar. Estamos en el este del Abismo de los Nueve Infiernos.