Culto de las Runas Sagradas - Volume 1 - CSR - Capítulo 26

Capítulo 26 – Examen de ingreso

“Fui capaz de referirte a él, pero volverte su aprendiz no es una tarea sencilla, principalmente depende de ti. Tu desempeño será el factor decisivo”. Las bien definidas cejas de Lin Zi Yan se movieron mientras respondía, esta reunión era un asunto serio para Zi Yan porque ella fue la que descubrió el talento de Ye Wei, por lo que era su deber darle seguimiento.

Zi Yan tenía la impresión que Ye Wei estaba actuando nervioso y raro porque iba a reunirse con el Maestro Yi, “si yo fuera tú no me preocuparía tanto”; ella trataba de calmar sus nervios. “Tú sensibilidad del alma es bastante fuerte, hasta podría asegurar que es casi tan fuerte como la de un Maestro Rúnico oficial. Eres bastante joven, y quizá no tengas mucho conocimiento sobre runas, tienes que volverte familiar con un conocimiento parecido a 72 volúmenes de libros rúnicos antes de poder volverte un Maestro Rúnico. Creo que por el momento es en lo que tienes que enfocarte, pero estoy segura que si estudias bajo la tutela del Maestro Yi, él te enseñará de “La Antología de las Runas Sagradas”, y junto a su entrenamiento, ¡es casi 100 % seguro que te volverás un Maestro Rúnico!”

Zi Yan tenía una sonrisa relajada en su rostro mientras ponía su mano detrás del hombro de Ye Wei y le guiñó el ojo.

Esto era todo lo que ella podía hacer para darle ánimos cuando ella no sabía qué le preocupaba. Para Ye Wei, el conocer al Maestro Yi era un suceso mucho mayor no por él y su futuro, sino por el futuro de su familia.

En la dinastía Zhou, los Maestros Rúnicos eran escasos, y su número ha disminuido al pasar de los años. Las personas de influencia notaron la tendencia, por lo que empezaron a hacerse amigos de ellos y tratar de no sacar su lado malo, ya que ellos necesitan a los Maestros Rúnicos más de lo que estos los necesitan a ellos.

“¡Daré lo mejor de mí!” Después de mucho pensar, Ye Wei se dio cuenta que lo mejor que podía hacer era obtener la aprobación del Maestro Yi, ¡amistarse con el Maestro Rúnico!

[Si tengo un desempeño fenomenal y soy bueno, ¡le puedo gustar al Maestro Yi a un nivel personal!* ¡Entonces le podré pedir que nos ayude!]

*N.T.: solo tengan en cuenta que le puede gustar como estudiante o le puede llegar a realmente agradar, tanto como persona como estudiante.

El runicle era ágil, viajó a través de la mitad de la Ciudad Luna Verde en el tiempo que tomaría beber una taza de té*. Se detuvo a la par de una pequeña montaña cerca de la orilla de la ciudad.

*N.T.: Son aproximadamente 15 minutos.

El Monte Yu Ying era apenas lo necesariamente alto como para poder ser llamada una montaña, pero los ciudadanos siempre lo recordaban más alto de lo que realmente es por la persona que la reside.

En la cima de la montaña dentro de un bosque de bambú morado descansaba un chalet hecho de bambú, al lado del chalet había un patio minimalista y un espacio abierto en el que el runicle se parqueó.

“¡Aquí estamos!”

Lin Zi Yan salió del runicle ociosamente seguida por el ansioso Ye Wei.

“¿El Maestro Yi vive aquí?” Ye Wei se sentía abrumado, este lugar no podría parecer más ordinario.

En la mente de Ye Wei, el Maestro Yi era una figura similar a un dios, misterioso e intocable. Una persona de gran influencia que vive en un palacio inmenso, no en las ruinas que estaban frente a él. Era todo lo opuesto de lo que imaginaba.

Una pequeña montaña sosa, un patio desordenado, una simple casa de bambú, ¿cómo podría vivir aquí alguien de altos estándares?

“¡Maestro Yi!” Lin Zi Yan se paró frente al jardín y llamó al Maestro Rúnico con voz alta y clara.

-¡Boom!-

En el mismo momento en que las palabras salieron de la boca de Zi Yan, sonidos de una vigorosa explosión salieron de la casa de bambú morado, seguidos de una persona cayendo de los escalones de la entrada. El anciano desaliñado en harapos gritó mientras torpemente caminaba hacia el jardín. “¡Ouch!”

“¡Fracaso! ¡Fracaso de nuevo! ¡No recuerdo que crear una postura Mística nivel medio fuera tan complicado!” El anciano habló para sí mientras hundía sus dedos en su cabello suelto, rascando su cabeza.