Cuando un Mago se Revela - Volume 4 - WAMR - Capítulo 374

Tres días después.

La capital de Ferelden: la Ciudad de la Nieve.

Benjamín se disfrazó de una persona común y caminó hacia la ciudad.

Hasta la tarde, la capital estaba tranquila como siempre. Las calles estaban limpias, había peatones y vendedores ambulantes por todas partes, y los soldados también patrullaban las calles ordenadamente. Parecía que nada había pasado.

Al contemplar semejante escena, Benjamín no pudo hacer más que rezar en su corazón para que nada sucediera.

Antes de venir aquí, hizo un viaje de regreso a la ciudad de Rayleigh.

La ciudad de Rayleigh estaba tranquila y en paz, y el período de prueba de ciento cincuenta magos aún estaba en marcha. Sin embargo, Benjamin tenía claro que no había tiempo para que se tomaran la prueba con calma.

Por lo tanto, tuvo una reunión con los magos superiores.

Durante la reunión secreta, Benjamín no les contó todo, pero sí les habló del asunto urgente que se avecinaba. Todos tenían dudas, pues desconocían lo sucedido, pero hicieron lo de siempre: decidieron creer en Benjamín.

“¡El juicio del maestro Benjamín nunca se equivocará!”, dijo Joanna.

Por lo tanto, siguieron las órdenes de Benjamin, contactaron discretamente a esos magos en período de prueba y les ordenaron que detuvieran gradualmente todas sus actividades, y luego los organizaron de otra manera. En cuanto a los magos superiores, debían empezar a esconderse en Ciudad Rayleigh, como si fueran invisibles.

El día en que Benjamin fue a la Ciudad de la Nieve, todos empacaron, se reunieron como equipo y vieron como Benjamin salía de Ciudad Rayleigh, luego, se disfrazaron y se escondieron.

“Cuando me vaya, todos vacíen la casa y escóndanse como es debido. Luego esperen noticias a mi regreso”. Esas fueron las órdenes de Benjamin.

En este viaje a la Ciudad de la Nieve, presentía que podría encontrar dificultades y ser muy peligroso. Pero dada la situación actual, tenía que ir. Por lo tanto, hizo algunos preparativos con antelación. En caso de que algo sucediera, habría un plan B para él y los magos.

Pase lo que pase, Benjamín no pelearía antes de estar completamente preparado.

Después de terminar de dar órdenes, abandonó silenciosamente la ciudad de Rayleigh y voló hasta la Ciudad de la Nieve.

En esa tarde tranquila, Benjamín se dirigió directamente a la Francmasonería de los Magos.

El edificio, que parecía la Biblioteca Nacional, seguía igual que la última vez que vino, incluso el portero seguía siendo el mismo. Pero esta vez, Benjamin no entró, sino que caminó junto a las murallas como un peatón mientras usaba los elementos del agua para explorar el interior.

Después de que el mago audaz lo descubriera la última vez que estuvo aquí, esta vez fue mucho más cuidadoso.

Por lo tanto, después de inspeccionar varias habitaciones que estaban llenas de libros, finalmente, Benjamin encontró el corredor “prohibido” y una habitación que parecía un almacén.

Había dos magos sentados en la sala de almacenamiento.

Para no alertarlos, los observó brevemente y luego fue a echar un vistazo al almacén. Estaba relativamente vacío; solo guardaba una cosa: un material llamado hierba de hoja plateada.

Al ver esto, Benjamín respiró profundamente.

No puede estar equivocado…

Recordó lo que dijo Vinci.

Era un material con afinidad con la luz sagrada; la iglesia lo demandaba mucho, pero los magos de aquí no lo necesitaban mucho. Vinci también dijo que había espías de la iglesia en Ferelden que trajeron una gran cantidad de hierba de hoja plateada y la transportaron en secreto al Reino de Helius.

Benjamín no esperaba poder verificar tan rápidamente la palabra del hombre en silla de ruedas.

La masonería de los magos realmente trabajaba para la iglesia.

Oye, inteligencia artificial superinvencible, ¿sabes leer los labios? De repente, Benjamin habló en su corazón y preguntó.

En el almacén, los dos magos escribían algo, pero ahora habían empezado a hablar. Justo cuando Benjamin pasaba junto a ellos, sintió que su energía espiritual era normal. Por lo tanto, no lo notarían, lo que le dio la idea de espiarlos.